El Hombre no tiene ninguna noción de corrección moral sino por la Educación. Naturalmente él es sólo un órgano natural para la Sensación.
El Hombre no puede percibir sino a través de sus órganos naturales o corporales.
El Hombre por su poder razonante sólo puede comparar y juzgar sobre lo que ya ha percibido.
De una percepción de únicamente 3 sentidos o 3 elementos nadie podría deducir un cuarto o quinto.
Nadie podría tener sino pensamientos naturales u orgánicos si no tuviera sino percepciones orgánicas.
Los deseos del Hombre son limitados por sus percepciones; nadie puede desear lo que no ha percibido.
Los deseos y percepciones del hombre no-enseñados por cualquier cosa que no sean los órganos de la sensación, deben limitarse a los objetos sensibles.
Las percepciones del Hombre no están limitadas por los órganos de la percepción. Él percibe más de lo que lo sensible (aunque nunca tan sutilmente) puede descubrir.
La Razón o el ratio de lo que ya hemos conocido no es lo mismo que lo que será cuando conozcamos más.
[Perdido]
Lo limitado es abominado por su poseedor. La misma torpe vuelta de un universo pronto se convierte en un molino de complicadas ruedas.
Si los muchos se hacen los mismos que los pocos cuando poseídos, ¡Más! ¡Más! es el grito de un alma errada; menos que Todo no puede satisfacer al Hombre.
Si alguno pudiera desear lo que es incapaz de poseer, la desesperanza deberá ser su hado eterno.
Siendo Infinito el deseo del Hombre, la posesión es Infinita y él mismo Infinito.
Si no fuera por el carácter Poético o Profético, lo Filosófico y lo Experimental pronto estarían en el ratio de todas las cosas, y se quedarían quietos, incapaces de hacer otra cosa que repetir la misma torpe vuelta otra vez.
Aquel que ve lo Infinito en todas las cosas ve a Dios. Aquel que sólo ve el Ratio sólo se ve a sí mismo.
Dios se hace como nosotros, que nosotros podemos ser como él es.
Circa 1788
Trad. H-Yépez