28.7.09

Declaración - Armand Schwerner


Si la personalidad es más que un error persistente, sus realidades son la energía y el júbilo; si la poesía es una realidad significativa es la realidad de la celebración, no las intermitencias de la nostalgia; es transformación y no interpretación. La nostalgia y la interpretación son los enemigos del descubrimiento; subsisten en la papilla de la repetición, la cual es el sentimentalismo; éstas no pueden remover de lo real las acreciones sobreusadas del morir o símbolos muertos como la Rosa. El asunto del poeta es ver tan intensamente que la puerta se abre y se encuentra a sí mismo caminando a través de un jardín que no había visto antes. Los versificadores que ven al mundo por las ventanas perciben vidrio y un barato marco que define los límites del jardín. Una visita fácil. El poeta es una criatura del proceso y se arriesga a la desintegración cada vez que las cosas que ha aprendido se desvanecen en lo real, en cuyo resplandor el poeta lenta y pacientemente se entrega. En el mejor de los casos, el poeta es capaz de decir lo más-cercano-a-las-últimas-cosas. Así que, a la vez que amamos a Mallarmé, la Risa nos espera para recordarnos que su maternidad tiene tantas afiliaciones y progenie como el Abismo. A momentos, frente al Autómata o al Edificio de la Suprema Corte se vuelven uno. La poesía hace al mundo posible.

Aparecido en Nomad/New York, núm. 10-11, 1962, p. 63.
Trad. H-Yépez