La alta tensión de leer un poema es tal que cualquier lector, de algún modo, en algún lugar, secretamente está ansioso de El Final, de que el poema termine. Esa ansiedad de la conclusión está incrustada en la naturaleza del poema lírico, el poema corto, y no podemos escapar de ella. La poesía parece ser un choque entre “la escritura quiere continuar” de Gertrude Stein con una especie de “la forma quiere cierre” aristotélico—puede que esta sea la tensión misma que nos hace amar la delicada incomodidad del poema.
Trad. H-Yépez