Mi padre es un hombre pequeño, de hecho casi diminuto. Creo que es por la manera en que la tribu Pueblo estaba constituida cuando vivió en Mesa Verde y Pueblo Bonito. Eso fue hace mucho tiempo, cerca de 800-1200 d. C. Hace mil años. ¿Este hombre? Es muy delgado, pero fuerte, y sus acciones son así: suaves, casi de movimientos estrechos, pero como corrientes de riachuelo o como una rama de roble en un viento manso de montaña. Incluso su cara está formada así. Arroyuelos a los lados de su frente, desviaciones en sus ojos, a lo largo de su cara angular y bajo su quijada. Usualmente trae puesta una cachucha azul oscuro de lana. Su cabello se está volviendo un poco gris, pero todavía casi todo es negro, del color de los distantes riscos de lava. A veces usa lentes si está leyendo o mirando de cerca los remolinos de fibra de la madera en la que trabaja.
Mi padre talla, usualmente danzantes. Lo que hace es encontrar el movimiento del ciervo, del búfalo y del águila danzando en la forma y substancia de la madera. Madera de chopo, pino, álamo, junípero, las cuales en su fibra central tienen las apacibles torceduras del suave licor chartreuse. Sus regias manos tocan la madera con mucha seguridad y cuidado, buscando y sabiendo. Ha sido soldador para los ferrocarriles ATSFRY y es un buen carpintero. Se sienta para trabajar en una mesa donde hay un ordenado cúmulo de herramientas para tallar, pinturas, un cenicero, un radio de transistores y un par de Reader’s Digests.
Sus movimientos son muy deliberados. Sostiene al Danzante del Búfalo sobre una tablita de chopo que balancea al filo de su rodilla, y rastrea, casi acaricia, el movimiento del pliegue del codo derecho del danzante, la manera cómo es tomado justo bajo el pecho, e inflige un rápido corte con la filosa hoja de la navaja de tallar. Y lo hace otra vez. Sabe exactamente cómo es el movimiento del codo, del brazo, del cuerpo y de la mente en ese momento de la Canción de la Danza del Búfalo.
Carraspea un poco la garganta para limpiarla y canta, y la canción viene de ese movimiento de su tallado, su estar sentado, los nervios en su mano y cara, y la canción misma. Su voz está bien entonada y saludable, toda la variedad y los matices de los movimientos en los sonidos y las frases de la letra actúan en ella. Sólo hay un poco de temblor en su delgado pecho.
Escucho.
Stah wah miayanih, Muukei-lra Shahyaika,
duuwahsteh duumahsthee Dyahnie guuhyouiseh mah-ah.
Wahyuuhuunah wahyuuhuu huu nai ah.
Hace poco hablé con una amiga que está tomando un curso de lengua návajo. Ella es návajo, pero no sabe hablar el návajo. Esto es lo que ocurre en el presente, en el cual un buen número de jóvenes indígenas estadunidenses usan el inglés como la lengua en la cual se expresan. El inglés es la lengua principal en la cual experimentan el significado y los usos del lenguaje.
Ella me hizo un comentario acerca de que no le era posible aprender fácilmente el návajo en un curso de instrucción. Me dijo “no logro escuchar sus partes”, refiriéndose a las inflexiones y variaciones de las oraciones y palabras habladas.
Hice referencia a una observación que había hecho antes: “La manera en que la lengua es hablada en mi hogar (Acu, el pueblo tribal y la comunidad de dónde vengo) es con un sentido de completud. Esto es, cuando una palabra es hablada, es hablada como una palabra completa. No hay partes separadas o elementos de ella”. Y lo que quise decir es que una palabra no es hablada en partes separadas, esto es, con referencia a la estructura lingüística, la técnica de dicción, el matiz de la palabra, la cualidad tonal, la inflexión, etc. Las palabras son habladas como palabras completas.
Por ejemplo, cuando mi padre ha dicho una palabra (en el habla o en una canción) y le pregunto “¿en qué se divide esa palabra? Quiero decir, fragmentándola en las sílabas de sonido o frases de sonido, ¿qué significa cada una de estas partes?” Y me mira con una expresión facial exasperada, levemente disgustado, preguntándose qué quise decir. Y me dice: “no se divide en nada”.
Para él, la palabra no se divide en ninguno de los elementos separados que yo espero. La palabra que él ha dicho es completa.
La palabra está ahí, completa en su entidad de significado y uso. Pero yo, con mis años de educación formal en Estados Unidos y cierto entrenamiento lingüístico, habiendo aprendido y experimentado el inglés como un lenguaje, habiendo aprendido a reconocer las partes de una oración, del habla, la etimología de las palabras, que las palabras son separables en letras, sonidos y en sílabas de vocales y consonantes, he aprendido a estar consciente de que una palabra sí se divide en partes básicas o elementos. Como esa amiga návajo que está tomando un curso de lengua návajo, yo también en ocasiones he esperado (incluso exigido) escuchar y percibir los elementos separados de las palabras indias habladas.
Pero, como mi padre ha dicho, una palabra no se fragmenta en elementos separados. Una palabra es completa.
De la misma manera, una canción realmente no se divide en elementos separados. En las mentes y visiones de la gente que están cantándola en mi hogar o en una ceremonia religiosa návajo, para cualquier propósito que esa canción sea dirigida y usada (sea para una oración, una danza o como parte de un relato), la canción no se fragmenta. Es parte de la voz completa de una persona.
El lenguaje, cuando es considerado no solamente como expresión sino que es presentado a la vez como experiencia, funciona así y es de este tipo. El lenguaje es percepción de la experiencia a la vez que expresión.
Técnicamente, el lenguaje puede ser desarmado de acuerdo con la función lingüística que se ocupa principalmente de su parte expresiva. Se puede derivar, y subsecuentemente definir, cómo está formada una lengua, cómo y para qué es usada, y cómo se desarrolla en un contexto. Pero no se divide en partes tan fácil y convenientemente cuando la totalidad es considerada (el lenguaje como experiencia y expresión). Y no hay necesidad de fragmentarlo y definir sus partes.
El lenguaje considerado expresión y percepción. Esto es la esencia de una canción. Se relaciona con el modo en que mi padre enseña una canción y cómo un poeta enseña un poema.
Hay un torno de acero en un extremo de la mesa donde mi padre trabaja. Él prensa un pedazo de madera en el torno. Este pino es el torso de un Danzante Águila. El danzante es esbelto y su pecho es algo cóncavo. El águila está a punto de volar a lo alto, y mi padre lima un poco de la dura barriga superior por medio de una raspadura. Más tarde, pintará el Hombre Águila danzante que ha emergido de la madera.
Mi padre construyó la casita dentro de la cual estamos sentados. La piedra fue traída de una simple cantera cerca de Shuutuh Tsaigaiyamishrouh en la planicie que está al sur de aquí, hacia Acu. Este es su taller. Tiene un par de ventanas y una puerta hecha a mano, ya que no pudo hallar una puerta del tamaño correcto en la maderería que está en Grants, donde él comercia. El único cuarto es muy seguro y se pone caliente cuando, en los días fríos, pone una fogata en el hornillo, uno de esos que parece un cerdo bajito.
Hay un par de sillas en las cuales nos sentamos, la mesa con su trabajo y una cama en una esquina. Hay una estantería en la pared oriental. Mi madre guarda ahí su alfarería. La alfarería está cubierta con una tela que antes era usada como costal de harina. Creo que en el piso, debajo del estante inferior, hay una caja de herramientas de carpintería. Contra otra pared hay un librero que no guarda libros. Ahí hay, principalmente, pedazos de madera que mi padre está tallando (algunos que empezó y no sintió bien o se rompieron y los ha dejado de lado), y un par de vértebras de oveja que dice que va a convertir en empuñaduras de machete, pero todavía no ha encontrado un tiempecito para ello. Y un par de cajitas, una de ellas es una caja de zapatos y la otra está hecha en casa con tablas delgadas, ésta contiene los artículos que usa para sus deberes como cacique.
Él es uno de los ancianos del Pueblo Antílope, quienes están a cargo de toda la práctica espiritual y de la filosofía de nuestro pueblo, los Acumeh. Él y sus tíos son responsables de que las cosas continúen de la misma manera que han sido desde que el tiempo comenzó para nosotros y, en este sentido, él es sin duda un hombre de mil años de edad. En la caja están los artículos necesarios que van con la oración: las plumas, el polen, preciosa pedacería de piedras y conchas, cuerda de algodón, pinturas de tierra, harina de maíz, tabaco y otras cosas. Las plumas de varios pájaros están envueltas en periódicos de años atrás para que se mantengan suaves. Es deber suyo asegurarse que las canciones de oración de las muchas y variadas ceremonias religiosas sobrevivan y continúen.
Mi padre canta, y yo escucho.
La canción era, en el puro principio, experiencia. No había división entre experiencia y expresión. Incluso ahora, no pienso que haya mucha, excepto en los casos en que es arbitraria. Tómese un niño, por ejemplo, cuando crea una canción en su juego, especialmente cuando está solo. En su canción, dice cosas sobre la experimentación de sensaciones que está teniendo en ese momento, con su cuerpo y mente. Y la canción viene en forma de palabras y sonidos: expresión. Pero esencialmente, en esos momentos, esa canción que interpreta es lo que está experimentando. La canción del niño es a la vez percepción y expresión de esa experiencia.
El significado que sale de la canción como expresión y percepción proviene de la canción y es lo que ésta es.
Stah wah maiyanih, Muukai-lra Shahyaika,
duuwahsteh duumahsthee Dyahnie guuhyoutseh mah-ah.
Wahyuuhuunah wahyuuhuu huu nai ah.
Ésta es una canción de cacería que se me ocurre ahora porque estamos en la temporada de la caza del ciervo. Miro alrededor del campo que hay por aquí, al piñón y las montañas cerca, y siento que a lo mejor voy pronto de cacería, en noviembre. El significado que la canción tiene para mí está en el contexto de lo que yo estoy pensando, de lo que quiero y quizás haga. Las palabras son traducibles y son:
Mi guía que me ayuda, Amigo León de Montaña Espíritu Cazador,
en esta dirección, a este punto trae el Ciervo a mí.
Wahyuuhuunah wahyuuhuu huu nai ah.
La última parte de la canción es una frase que se incluye en todas las canciones de cacería. El significado (la canción para la caza pide guía y ayuda) está asimismo contenido en su traducción. No hay problema para descifrar el significado original, y pienso que nunca realmente lo haya cuando una canción es tomada, a la vez, como expresión y percepción.
El significado que tiene para mí es que yo me reconozco como una persona en una relación activa (el acto de la cacería) con León de Montaña, el espíritu amigo y guía, y con Ciervo. Es una oración. Una plegaria. Además, el significado que tiene es que las cosas retornarán a mí si las hago bien y de una manera que es posible, si me aprovecho a mí mismo y uso cualquier poder que tenga de un modo apropiado. El propósito de la canción es, primero que todo, hacer las cosas bien, en la forma en que se supone que hay que hacerlas, parte de ello es el canto y la interpretación pública de la canción. Y que yo recibo, otra vez bien y apropiadamente, las cosas que deben ser retornadas a mí. Me expreso a mí mismo a la vez que culmino la experiencia.
Hay, además, algo en una canción que es verdaderamente substancial. Cuando hablas o cantas con palabras que son únicamente palabras (o que parecen ser meramente palabras) algunas veces sientes que son demasiado etéreas, incluso huidizas. Pero cuando te das cuenta de la relevancia que tiene algo para ti, entonces las palabras son muy tangibles. Valoras el significado de la canción por el movimiento en la danza y por la expresión y percepción que te permite. Te das cuenta de la calidad inherente de una canción por medio del sentimiento que te da. Te haces consciente del silencio que sobreviene en ti cuando cantas o escuchas una canción de estilo silencioso. No solamente la sientes. Lo sabes. La substancia es emocional, pero más que eso, espiritual, y es real y tú estás presente y eres parte de ella. El acto de la canción que estás experimentando, es real, y la realidad es substancia suya.
Una canción se hace substancial por su contexto (es decir, su realidad) por aquello que está ahí, a la vez que por aquello que es traído por la canción. El contexto en el cual la canción es interpretada o que una canción de oración hace posible es lo que hace que una canción sea substancial, es lo que le da esa cualidad de realidad. El contexto emocional, cultural y espiritual en el que prosperamos; en éste, la canción es significativa. El contexto no solamente tiene qué ver con tu estar físicamente presente, sino que también con el contexto de la mente, qué tan receptiva es, y eso usualmente significa que existe familiaridad con la cultura en la cual la canción es interpretada.
El contexto de una canción puede ser cualquier cosa o se puede enfocar a través de un evento o acto específico, pero incluye a todas las cosas. Es muy importante que te des cuenta de esto cuando intentas entender y aprender algo más que las solas palabras o la facilidad técnica de las palabras en una canción o en un poema. Eso quiere decir que tienes que reconocer que el lenguaje es más que un grupo de palabras y más que la relación técnica entre los sonidos y las palabras. El lenguaje es más que un simple mecanismo funcional. Es una energía espiritual que está disponible para todos. Nos incluye a todos nosotros y no está exclusivamente en poder de los seres humanos —como seres humanos somos parte de ese poder.
A menudo, pienso que nos convencemos de la eficiencia de nuestro uso del lenguaje. Empezamos a referirnos al lenguaje demasiado casualmente, tomándolo por lo tanto como dado, y olvidamos su naturaleza sagrada. Perdiendo esta referencia, nos hacemos bastante descuidados en nuestro uso y percepción de él. Olvidamos que el lenguaje, más allá de su mecánica, es una fuerza espiritual.
Cuando consideras a la naturaleza sagrada del lenguaje, entonces te das cuenta que eres parte de él y que él es parte de ti, y que no necesariamente lo controlas, y que si controlas una parte de él, no está bajo tu control exclusivo. Con base en esta comprensión, creo que se vuelven disponibles todas las posibilidades de expresión y percepción.
Esta mañana mi padre nos dijo a mi madre y a mí “el sábado me voy de cacería. Les digo esto de una vez hoy. Para esto empezaré a trabajar el martes”. Quería decir que empezará los preparativos para ello. Explicó que mi cuñado vendrá el viernes por él, y que van a cazar a Arizona. Esto es parte de aquello, lo supe, la explicación adecuada de la intención y el propósito. Lo he escuchado decir esto desde que yo era un chiquillo.
Los preparativos siempre se hacen con un sentido de emoción y diversión. Se recuerdan historias.
Page era un buen cuentacuentos. No sé por qué se le llamaba Page. Supongo que hay una historia detrás de su nombre, pero no la sé. Page se estaba poniendo viejo cuando esto sucedió. Ya no veía muy bien, pero fue llevado junto en un grupo con otros cazadores. Dijo “yo iba a ser el kuusteenehrru”. El cocinero del campamento se queda en el campamento, interpreta canciones y hace oraciones por los hombres que andan cazando, y espera, y prepara la comida. Page se cansó de hacer eso. Dijo “decidí que no pasaría nada si me salía del campamento un poquito. Me estaba enfadando de estar ahí nada más. Y así lo hice. No estaba tan ciego”.
Caminó fuera de su campamento, tú sabes, mirando alrededor, buscando huellas en el suelo. Y encontró algunas, unas muy grandes. Dijo “debe ser buena suerte mía que vaya a tener una presa grande. Creo que estoy viviendo correctamente”, y metió la mano en su bolsa con maíz y sacó un poco de harina y la regó en las grandes huellas junto con algunas piedras preciosas, guijas y polen. Dijo “gracias por dejar tus huellas, y ahora te pido que me esperes; estoy justo detrás de ti”. Y poniendo su mente en orden, siguió las huellas, mirando de vez en cuando para ver si el ciervo más grande, que ya podía ver en su mente, andaba por ahí adelante de él”.
“Estaba seguro y de buen ánimo”, dijo Page, sonriendo de oreja a oreja. “De vez en cuando regaba maíz y cosas preciosas en las huellas. Eran grandes”, decía mientras mostraba su mano abierta para mostrarte qué tan grandes eran las huellas. “Y me ponía a cantar, resoplando”. Seguía por ahí, un poco despacio, tú sabes, porque era un viejo y por lo de sus ojos, hasta que llegó a una cuesta que no estaba muy empinada. Había una espesura de robles a las faldas de dicha cuesta. Puso sus dedos en las huellas, para hacerle saber que él estaba justo detrás. Las huellas se sentían cálidas.
Dijo “ah haiee, ahí estarás en la espesura. Ahí es dónde nos encontraremos”, y rezó una vez más y concluyó su canción y puso su mente en claro y revisó que su arma estuviera lista. No sé qué tipo de rifle tenía, pero probablemente era uno igual de viejo. Y se abrió camino hacia la espesura muy cuidadosa, muy silenciosamente, un poco agachado para ver bajo las ramas del roble. Y luego lo escuchó moviéndose por la espesura, y dijo silenciosamente “Ah haiee, puedo escuchar que eres uno grande. Ven ahora a mí, es tiempo, y creo que los dos estamos listos”, sólo para asegurarse que su espíritu estuviera exactamente bien. Y se agachó para ver y ahí estaba, unos metros dentro de la espesura y puso el rifle en su hombro y buscó un punto vital, y entonces el animal volteó hacia él… y era un cerdo.
“¡Kohjeeno!”, dijo Page, exhalando. Bajó su rifle, maldijo un poco, y luego le apuntó y dijo “Kohjeeno, me parece que tendrás que ser mi Quuyaitih por hoy”, y disparó al cerdo. Le cortó el pescuezo para dejar salir la sangre, y luego en el camino de regreso al campamento trató de encontrar todas las piedras preciosas que había tirado en las huellas del cerdo.
Después de eso, hasta que fue ‘de regreso al norte’ (hasta que se murió), sus sobrinos y nietos solían decirle “tío, cuéntanos de la vez que el kohjeeno fue tu Quuyaitih”. Y Page fruncía el ceño un poco, indignado, y luego sonreía y decía “Keehamaa dzee, fuimos de cacería a la Montaña Frondosa…”
La canción es básica para toda expresión vocal. La canción como expresión es una apertura desde dentro de ti mismo hacia fuera y desde afuera de ti hacia dentro, pero no el sentido del hecho de que haya estados separados de ti mismo, sino que es una juntura y una apertura mutua. La canción es la experiencia de esa apertura, o el camino hacia si se prefiere, y no hay separación de partes, ninguna división entre aquello dentro de ti y aquello fuera de ti, tal como no hay división entre la expresión y la percepción.
Creo que eso es lo que muchas veces pasa con nuestro uso del inglés. Pensamos a éstos como lenguas bastante definitivas, útiles para definir cosas (lo cual significa establecer límites). Pero eso no es lo que se supone que debe ser el lenguaje. El lenguaje no es definición; el lenguaje expande todo. Nosotros, creyéndonos aptos para la tarea, innecesariamente asignamos reglas y funciones al lenguaje. Por lo tanto, limitamos nuestras palabras, nuestro lenguaje, y limitamos nuestra percepción, nuestro entendimiento, nuestro conocimiento.
Los niños no limitan sus palabras sino hasta cuando aprenden cómo hacerlo, hasta que se les dice que es mejor si usan palabras definitivas. Esto es lo que les sucede casi a todos dentro de una situación de educación formal. La educación te define. Te hace ver a través de (y dentro de) límites muy definidos. A menos que enseñes y aprendas la lengua de tal manera que le permitas conservar su carácter expansivo o hacerla que expanda, y que sea realmente visionaria, tu expresividad y percepciones serán limitadas e incluso se dividirán.
Mi padre enseña que la canción es parte de la manera en que debes reconocer todo, que cantarla es un modo de reconocer esta omni-inclusividad, ya que es una forma de expresarte a ti mismo y percibir. Es, básicamente, una manera de entender y apreciar tu relación con todas las cosas. La canción como lenguaje es una forma de tocar. Así es como mi padre trata de enseñar una canción, y yo trato de escuchar, sentir, saber y aprender de esa manera.
Cuando mi padre interpreta una canción, intenta inculcar un sentido de la toma de conciencia de nosotros mismos. Aunque puede que enfatice los pasos progresivos de una canción, no separa los pasos o componentes de la canción. La completitud de la canción es lo importante, cómo una persona llega a saberla y apreciarla, no el marcar especialmente sus partes separadas, sino conocer toda la experiencia de la canción.
Puede que él mencione que una canción en particular fue cantada alguna vez antes o que fue hecha para una ocasión especial, pero lo recuerda solamente en referencia al significado y al propósito total. Puede que sea una canción vieja, muy vieja, de la que no sabe su historia, o puede que se trata de una que él mismo hizo. Él me hace consciente de estas cosas porque es importante, no solamente para la canción misma, sino porque proviene del mero corazón de lo que mi padre es, y lo que hace es platicar sobre cómo es la canción para él en relación con todas las cosas. Soy especialmente consciente de su papel en nuestras vidas y de que todas estas cosas son parte de la vida de la canción. Y cuando la canta, soy consciente de que no sólo proviene de su expresión, sino asimismo de su percepción.
Lo escucho cuidadosamente, pero escucho algo más que el sonido, escucho buscando algo más que las meras palabras o frases, algo más que las varias partes de la canción. Trato de percibir el contexto, el significado, el propósito (todo esto no en sus partes separadas sino como un todo) y creo que así llega completamente.
Una canción o un poema se vuelve real de esta manera. Aprendes su completitud, aprendes sus varias partes pero no como partes separadas. Aprendes una canción en la manera en que se debe aprender una lengua, es decir, como expresión y como experiencia.
Creo que es posible enseñar canciones y poesía en un salón de clases de tal manera que la lengua sea un modo real de enseñar y aprender. El esfuerzo tendría que estar dirigido a hacer notar la importancia y el significado no sólo de las palabras y sonidos, sino de la realidad de la canción, en función de uno mismo, del contexto, de la particular lengua usada, de la comunidad, de la totalidad de lo que está alrededor. Entonces será posible una expresión y percepción más completa.
Ayer por la mañana, mi padre fue a Diabuukaiyah para traer ramas de roble para las Haadramahni (las Varas de Oración). Después de que regresó, dijo “las Haadramahni para cazar son todas de maderas duras, como el hahpaani”. El roble crece en los cañones que surgen de la roca de lava en Horace Mesa.
Y en su mesa de trabajo, me muestra. “Esto es un Haitsee —un escudo si quieres llamarlo así— y es usado como guía”. Es un pedazo partido y delgado de hahpaani hecho un círculo que cabe en la palma de tu mano. “Hay una estrella en el centro; yo la haré de cuerda amarrada al borde del círculo. Es una guía para encontrar tu camino, para conocer las direcciones. Es redondo porque la luna es redonda. Es el cielo nocturno, el cual es un círculo envolvente, en el que reposan las estrellas y la luna. Es un círculo, por eso es así. Esto es parte de ello, saber las direcciones hacia las cuales vas y para saber dónde estás”.
Mi padre me muestra una vara del grosor de su dedo pulgar. La vara es una rama de roble partida por la mitad. Pasa el filo de la uña de su pulgar a lo largo del centro de la madera, de la raya obscura que está en el puro centro; la raya no es completamente recta, pero fluye muy definidamente de un extremo al otro. Y mi padre dice “esto es el Heeyahmani. Es para regresarte bien. Esto es para que sepas los puntos en tu camino de regreso, el camino recto y seguro. Para que seas decidido y cierto en tu regreso. Se coloca en el punto de inicio de tu viaje. Esta línea es eso, un camino cierto”.
Y luego explica “no he hecho esta otra vara todavía; también es de roble. Es puntiaguda de ambos extremos, es maciza, fuerte”. Alza su mano derecha, empuñando la rama de roble. “Es para la fortaleza y el valor, la hombría. Para que seas capaz de sobrepasar cualquier peligro. Para que tengas el aguante para soportar la dureza. Es para permitir que te conozcas y darte cuenta que eres un hombre. Es necesario que también tengas esta vara”.
Él me dice estas cosas, y yo escucho. Dice “más tarde, interpretaremos unas canciones para la caza. Hay muchas para eso, no solamente unas pocas. Hay toda una cantidad de oraciones. Hay todas estas cosas que tienes que hacer en la preparación antes de comenzar a cazar, y se deben hacer no sólo porque han sido hechas en el pasado, sino porque son el camino que las cosas, las buenas cosas, toman para que todo te salga bien. Esa es la manera en la que verdaderamente te prepararás a ti mismo para ser capaz de salir y encontrar el ciervo, de tal manera que el ciervo te encuentre. Haces todas estas cosas de la manera apropiada para conocer cómo son las cosas, qué hay allá afuera, qué debes pensar cuando te aproximas a ellas, cómo debes responder. Todas estas cosas. Todas son parte de ello. No vas así nomás a cazar y ya. Una persona tiene que darse cuenta de lo que la rodea y de esta manera conocerás la preparación, estas cosas que yo tengo aquí”.
Mi padre me dice “Esta canción es una canción de cacería. Escucha”. Él canta y yo escucho. Pueda que la cante otra vez, y yo la escuche otra vez. Ese sentimiento que yo percibo no está solamente contenido en las palabras; hay algo rodeando la canción, y nos incluye a nosotros. Es la relación que compartimos uno con el otro y con todo lo demás. Y ese es el sentimiento que hace que la canción sea real y significativa, y que hace que su canto y mi audición sea más que una situación de enseñanza-aprendizaje.
Es esa experiencia (la percepción de ella) que mencioné al puro principio, lo que la hace significativa. Por lo tanto percibes al expresarte a ti mismo. Esta es la manera en que mi padre enseña una canción. Y esta es la manera en que trato de aprenderla. Esta es la manera en que trato de enseñar poesía, y esta es la manera en que trato que otra gente aprenda de mí.
Una vez mi padre estaba interpretando una canción, y ésta fue la vez en la que la percepción por/y de ella, se hizo muy evidente para mí. Él estaba cantando, y las palabras no se me quedaron a la primera. Le pregunté y me explicó “Esta canción de verdad me gusta por cierto anciano”. Dijo “A este viejo le gustaba cantar, y bailaba así”, moviendo las manos, brazos, hombros como lo hacía el anciano, y repetía “Esta canción de verdad me gusta debido a cierto anciano”.
Me di cuenta que de eso era lo que se trataba la canción. Era tanto su explicación como el significado de la canción. Se trataba de este anciano que bailaba así y con quien mi padre había compartido un buen sentimiento. A mi padre le cae bien este viejito, quien era probablemente una especie de mentor, y en la mente de mi padre, durante el proceso de hacer la canción y cuando la interpretaba en ocasiones subsecuentes, reafirmaba el afecto que le tenía al anciano, la manera en que “bailaba así”.
Mi padre estaba expresándome la experiencia de ese afecto, la percepción de los sentimientos que tenía. Sin duda, la canción era el camino desde afuera de sí mismo hacia dentro (lo cual es la percepción) y desde adentro de sí mismo hacia fuera (lo cual es la expresión). Ese es el proceso y el producto de la canción, la experiencia y la visión que una canción te da.
Las palabras, el lenguaje de mi experiencia, provienen de cómo yo entiendo y cómo me relaciono con el mundo que me rodea, y cómo conozco al lenguaje y a la lengua como percepción. Ese lenguaje me permite tener una visión con la cual mirar y por la cual conocerme a mí mismo.
Trad. Heriberto Yépez